miércoles, 17 de octubre de 2007

Editorial

El gigante de Tarapacá. Un símbolo de la América prediluvial.


Ya antes hemos indicado que todos concurren a creer que
en la noche de los siglos moró en Chile una raza de hombres
que dejó las huellas de su paso escritas en el granito de los Andes,
y que se supone desaparecida a consecuencia
de los grandes cataclismos que en una época geológica
reciente ha debido experimentar este continente.
José Toribio Medina



Desde la irrupción europea en América, diversos cronistas, exploradores y viajeros, entre los que figuran Américo Vespucio, Pedro Sarmiento de Gamboa, Antonio Pigafetta y Pedro de Valdivia, entre otros, constataron en sus registros y escritos la existencia de poblaciones aborígenes de América, diferentes de las comúnmente conocidas, como es el caso de los “indios blancos” y de los “gigantes”, habitantes con características distintas a los fenotipos de origen asiático que poblaron el continente tras la última Edad del Hielo.

¿Por qué no se ha profundizado su conocimiento?

Este espacio busca la difusión de noticias y estudios sobre las huellas de la América pre-indígena. En ese sentido, la Cosmogonía Glacial (1913) de Hans Hörbiger, abre un extenso horizonte de posibilidades, al remontar la historia del planeta y de los hombres a varios milenios más atrás de lo que las actuales ciencias antropológicas y arqueológicas proponen para una historia evolutiva y lineal. Estas remotas culturas y civilizaciones se han visto expuestas a catastróficos procesos planetarios conocidos como los diluvios de los mitos y las leyendas, presentes en casi todas las regiones del planeta.

Los vestigios prediluviales se encuentran en América como silenciosas huellas de los primigenios habitantes del continente. Aún permanecen como misteriosas manifestaciones las construcciones megalíticas, prácticamente desconocidas e incalificables para la arqueología, como los menhires de la Patagonia y Atacama, los geoglifos y las construcciones piramidales. Algo semejante acontece con determinadas piezas arqueológicas y con símbolos que se pierden en la noche de los tiempos. Estas piezas no “encajan” con la arqueología oficial y quiebran la línea cronológica-evolutiva que la sustenta.

Registros de la existencia del grupo primigenio se encuentra en numerosas crónicas del Descubrimiento, la Conquista y la Colonia e incluso, en trabajos de distintos observadores en el transcurso del siglo XX, manifiestamente ignorados por la historiografía oficial, entre los que figuran Diego Barros Arana, José Toribio Medina, Roberto Rengifo, Edmund Kiss y P. H. Fawcett, entre otros.

Rafael Videla Eissmann
Editor de La Otra América