Croquis de la ciudad de Santiago a fines del siglo XVI, donde aparece en la esquina superior izquierda y junto al río Mapocho los Paredones o Tambillos del Inca.
Este descubrimiento evidencia parcialmente lo que hemos planteado en numerosas investigaciones sobre la existencia, en un remoto pasado, de la civilización de los viracochas en el territorio de Chile, cuyos orígenes se funden en la historia mítica. La propia expansión incásica en el territorio de Chile obedecía a la migración civilizadora de los Viracochas. De ahí que el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales de los Incas (1609), escribiera sobre un reino al sur del Tahuantinsuyo referido por los tucmas al Inca Viracocha:
“Te hacemos saber que lejos de nuestra tierra, entre el sur y el poniente, está un gran reino llamado Chili, poblado de muchas gentes, con los cuales no tenemos comercio alguno, por una gran cordillera de sierra nevada que hay entre ellos y nosotros; más, la relación tenemos de nuestros padres y abuelos. Y pareciónos dártela para que hagas por bien conquistar aquella tierra”.
Rafael Videla Eissmann
Investigadores chilenos recopilaron pruebas arqueológicas, mapas y escritos que demuestran que Pedro de Valdivia vino a ocupar un territorio fuertemente poblado
Investigadores concluyeron que bajo el casco antiguo de Santiago había una infraestructura incaica de la cual salían caminos en todas las direcciones, de acuerdo al último boletín del Museo Nacional de Historia Natural de Chile publicado en Enero.
El arqueólogo del Museo, Rubén Stehberg y el investigador Gonzalo Sotomayor de la Universidad Andrés Bello reunieron las pruebas de las investigaciones presentadas en 1976, más documentos históricos; y a esto agregaron nuevas evidencias de que bajo la ciudad del casco viejo de Santiago se encontraba la ocupación Tawantinsuyu incaica en los cursos medios de los ríos Mapocho y Maipo.
La ocupación contaba con reyes y autoridades a lo largo de los valles hasta llegar a Mapocho, pero éstos habrían sido muertos durante la conquista de Diego de Almagro.
La ciudad incaica de Mapocho se la comparaba, según escritos demostrados en el estudio, como otra versión de Cuzco, un lugar en que prosperaba la minería y la agricultura.
Se evidencia entonces que Pedro de Valdivia realmente no fundó Santiago, sino que viajó directamente a poblarla y tomar posesión de la ciudad.
“La existencia de este importante asentamiento inca en las márgenes del río Mapocho (Santiago) contaba con un avanzado sistema de regadío y una población indígena abundante”, señalan.
Esto convenció rápidamente a Pedro de Valdivia y sus hombres a establecerse en la zona” a la que luego llamaron “Santiago de Nueva Extremadura”, agregan los investigadores.
La fuerte presencia Tawantinsuyu inca, incluía el célebre camino del Inca, centros de adoración de altura, edificios, viviendas, canales, acequias, chacras y cementerios.
En el año 2000 otras investigaciones realizadas destacaron que “los incas nombraron un gobernador en Aconcagua llamado Quilicanta, el cual habría tenido a su cargo “gente de guarnición” y colocaron otro en la cuenca de Santiago llamado Vitacura, a cargo de “gente de presidio”.
Según el estudio existían dos variantes del “camino del Inca” que se desprendían del valle de Aconcagua para juntarse nuevamente en las cercanías del cerro San Cristóbal.
En el mismo lugar donde los europeos instalaron su Plaza Mayor, la plaza de armas, hay escritos que nombran un “tambo” gigante, característico de los indígenas.
Evidencias de arqueología se encontraron bajo algunos metros de la superficie mientras analizaban la mitad sur de la cuenca del río Mapocho.
Cronistas citados señalaron que a los muertos los “visten con las más privadas ropas que él tenía”, y además le ponen en la mano maíz y frísoles y pepitas de zapallos, y de todas las demás semillas que ellos tienen. Le lían con una soga muy bien y llevan a la tierra la heredad más preciada que él tenía y solía sembrar. Allí hacen un hoyo y le meten un cántaro, olla y escudillas”.
Algunos de los hallazgos provienen de un sitio en la calle Catedral esquina Matucana. Durante el 2001 se exhumaron en el lugar cinco contextos funerarios, con 22 vasijas cerámicas, distinguiéndose piezas Inca Provincial y tres vasijas de la clase Inca Mixta. Se evidenció en otro espacio solo una del tipo Diaguita mixta y el resto de clase inca solamente.
Se encontraron tumbas de jerarcas incas y las dataciones de ocho de éstas evidenciaron que “corresponden a una sólida presencia Tawantinsuyu”, antes de la llegada europea, en el área del actual centro de Santiago.
Numerosa cerámica inca fue encontrada también en la calle Compañía esquina Chacabuco, en la escuela dental, en el puente carrascal, en el cerro Huelen en la calle Alférez Real, Los Guindos en Ñuñoa, en La Reina, en Javiera Carrera, Ñuñoa, Quilicura.
El sector de Huechuraba, Quilicura y Conchalí, se encontraba regado por la “acequia madre de Guachuraba”, de origen prehispánico, según documentos de los años 1545 y 1546. Este canal atravesaba el camino del Inca en un lugar donde se menciona unos paredones, que podrían aludir a una construcción de tiempos incaicos, pese a que no se dice que sean viejos.
Numerosas descripciones de los canales y acequias incas se recopilaron con sus respectivos mapas por Rubén Stehberg y Gonzalo Sotomayor.
Entre ellos, de acuerdo a la información proporcionada por Gerónimo de Vivar, “Don Pedro tenía la intención de poblar un pueblo como el Cusco, a orillas del río Mapocho, donde los indios pudieran venir a servir. Por lo tanto, antes de partir del Perú, ya tenía decidido exactamente a qué valle de Chile quería llegar y el por qué”, describe el informe.
“Don Pedro se puso lo antes posible a la obra de reunir españoles dispuestos a acompañarlo. Al igual que lo hiciera antes Don Diego de Almagro, envió instrucción y dinero para preparar un navío cargado de mercaderías con destino a las provincias de Chile”, agrega.
Antes de llegar a Santiago fueron recibidos por autoridades incas de Mapocho, pero en el valle de Aconcagua y los españoles permanecieron un tiempo en el valle de Quillota, posiblemente explotando los lavaderos de oro de Marga Marga, en una posición cercana al puerto de Quintero, que les permitiría un contacto marítimo.
Grabado del fuerte de Santiaago de Chile. Siglo XVI.
En Enero de 1545, Vivar llegó a la ciudad de Santiago, junto a la expedición del Capitán Alonso de Monroy, que pasó por Atacama en 1544 y llegó a Santiago con sesenta españoles a caballo. Vivar narró los hechos con un mayor nivel de detalle.
“Yo vi muchos cuerpos de indios y de indias y de carneros y de caballos y negros y un español que había ocho años que estaban muertos y algunos cuerpos más de cuando el adelantado Diego de Almagro volvió con su gente de Chile para el Cuzco. Vi muchos de ellos en compás de quince leguas echados dentro de un cercado de piedra tan alto como medio estado y el compás redondo, que los Incas tenían hecho cuando por aquí caminaban”.
Según el Gobernador del Cabildo de Santiago, “en Jueves, XXIV días del mes de Octubre del año de nuestra salud de mil quinientos y cuarenta", según palabras de la antigua descripción “el general tomó posesión en nombre de su majestad del valle de Copiapó y sus indios así como de toda la gobernación que de allí en adelante tenía”.
Describió que venía a “poblar un pueblo como el Cuzco a las riberas del río nombrado Mapocho, y que fuesen allá a darle obediencia en nombre de su majestad”.
Por Anastasia Gubin
Fuente: La Gran Época. 21 de Enero de 2013.